Después del ocaso...Inicio (libre)

Era un lugar extraño y diferente, esta nueva ciudad. Después de un largo viaje por el mar le habían llevado a esa enorme casa, bastó una mirada para saber que clase de lugar era ese.

Le habían bañado y puesto alguna clase de aceites aromaticos, cambiaron sus viejas ropas por unas nuevas y adornaron su cabello, despues lo llevaron a un dormitorio extravagante, tan ajeno a él como verse rodeado de muchos humanos, se sentía inquieto; aguardó hasta que alguien se presentó con una bandeja de comida, cuando satisfacio su apetito se recostó en la cama con doceles que abarcaba gran parte del cuarto y durmió. Los primeros días habían sido así: se despertaba; alguien llegaba para vestirlo y cepillar su cabello, luego venia otra persona con comida, estaba solo la mayor parte del tiempo hasta que venían por él para bañarlo y acicalarlo, dejaban la cena y volvía a empezar otro día.

No salia de su cuarto porque debía esperar,en el sexto día cerca del ocaso el hombre que lo llevó ahí se presentó, le dijo que todo estaba arreglado, su estancia en ese lugar podría ser indefinida que se había asegurado de que llevará una vida tranquila, antes de irse se arrodilló y rogó por su perdón.

Así comenzo su vida en "La fuente del unicornio". No lo habían obligado a hacer nada, continuaba su rutina, solo que a veces lo llevaban a un salón lleno de personas, le pedían que solo descansara sobre un montón de almohadas, a veces le llevaban la cena a ese lugar. Todos lo observaban pero nadie se acercaba.
Podia ver todo el lugar desde donde se encontraba, podía distinguir a los residentes de la casa algunos bailaban otros, otros hacían gala de su elasticidad, unos cuantos permanecian a lado de los hombres que destilaban soberbia por saberse poseedores de las bellezas en sus manos y otros como él solo estaban ahí.

Lejos de aburrirse se dedicó a observar el nuevo mundo que le rodeaba.

El poco tiempo que llevaba en aquel lugar le había servido para darse cuenta de que su vida había dado un gran giro. Ya no estaba más con la unica persona que se había preocupado por él en mucho tiempo. Estando ahí había tenido mucho tiempo para pensar, por la manera en que fue sacado del unico lugar que conocía como hogar y al no haber visto a ningun mensajero o viejo rostro familiar, estaba seguro de que había sido abandonado a su suerte y que el anciano gobernante ya no estaba más en este mundo. Ahora se encontraba solo.

Los primeros días luego de haber llegado a esa conclusión sintió gran pesar, le costaba trabajo ingerir los alimentos que le llevaban puesto que no bajaba al comedor. Cuando por fin se decidió a hacerlo, le sorprendió lo animado del lugar, tan lleno de vida pero al mismo tiempo sombrío. Solía permanecer en algun rincón viendo el ir y venir, recientemente había enfocado su atención en una persona en particular: se sentaba en ocasiones en el salón y permanecía ahí observando desde su lugar. Le había causado curiosidad tal personaje pero no sabía como acercarse, no sabía como interactuar en ese lugar, todos parecían preocupados por sus propios asuntos y sin interés de socializar entre sí más de lo necesario a pesar de compartir el mismo techo. De algun modo, sentía que éste no era el caso de aquella persona... no parecía que mirara como los otros lo miraban a él y a otros de los recién llegados, porque siempre había nuevos rostros.

Finalmente se decidió. Las personas que usualmente lo acompañaban no estaban alrededor en ese momento y eso le dio valor para acercarse. Se quedó a un par de metros de distancia de aquella persona, por un momento indeciso, cuando estuvo más cerca, resuelto, se presentó :

-- Me llamo Agni... -- silencio -- ¿m-me puedo sentar?

Un joven se acerco a él dubitativo, reparó en su presencia desde que pudo sentir su ansiedad mientras caminaba hacia su lugar. A simple vista se percató de que era un residente del lugar, su tristeza estaba reflejada en sus ojos, la misma plasmada en los ojos de la mayoría de los residentes del lugar.

A penas le escuchó entre la algarabía del lugar, se alegró de poder encontrarse con alguien que quisiera compartir su compañía (aún no entablaba conversación alguna con alguien dentro del salón principal).

-Adelante- concedió.Sus buenos modales eran muy cuidados para ser muy joven, algo que no se aprende sin la instrucción adecuada.

Siguiendo el protocolo se presentó -Agni es un bonito nombre. Mi nombre es Kouiki, me alegraría compartir contigo esta ocasión- inclinó la cabeza en forma de saludo.

Kouk no estaba acostumbrado a iniciar conversaciones, no sabía como empezar. Sabía como hablar frente a muchos, presidir seremonias, responder plegarias pero no ha comenzar una charla normal.

Espero a que Agni se sentara.

-Sientete libre de tomar lo gustes-

Señaló una mesita frente a él con
bocadillos y frutillas que le habían dado junto con una tetera para que comiera ahí. Los primeros días le llevaban demasiada comida, su apetito era mesurado y no le gustaba desperdiciar la comida, pidió que se mesuraran con la comida que le ofrecían. Se lo permitieron pero todavía podía invitar a Agni y él estría bien.

Un peso se liberó de sus hombros al escuchar la voz clara y amable de aquel misterioso individuo, sonrió sinceramente agradecido por la oferta y el cumplido, e imitó la reverencia -- Mucho gusto, Kouki-sama -- La ultima vez que había intentado acercarse a alguien recibió unicamente una mirada fría y desagradable que lo habían desanimado en su intento de no sentirse solo en aquella jaula de oro porque hasta donde hubo entendido eso es lo que era aquel lugar.

Se sentó a una distancia prudente. Miró la mesa y quedó asombrado, había frutillas que no conocía en absoluto y no podía su sabor, otras las reconocía por haberlas visto en los banquetes y ceremonias que se llevaban a cabo en los salones de lo que había sido su anterior hogar aunque nunca las había probado.

-- C-con permiso... -- aceptando el ofrecimiento anterior, tomó un fruto rojo que llamó su atención sobre los demás. Cuando lo probó quedó fascinado por el sabor, no había probado algo tan dulce y delicioso. No pudo evitar que sus sentidos lo traicionaran y su cola se agitó en el aire demostrando su estado de animo, cosa que el chico se apresuró a calmar un poco avergonzado.

-- Lo siento --- se apuró a disculparse. De donde venía, las demostraciones emocionales y afectivas por parte del servicio de la casa estaban terminantemente prohibidas mientras se estuviera en presencia de los amos o sus invitados, ese tipo de acciones solo podían expresarse fuera del servicio con los de su misma clase y fuera de las paredes de la casa. Aunque ya no era más parte del servicio de ninguna casa modesta o importante, era difícil comportarse con naturalidad y soltura, apenas unos días atrás era fuertemente sancionado por hacer lo mismo que acababa de hacer.

No le gustaban los honoríficos, aquí solo era Kouki y no se sentía superior a los demás, iba a decírselo pero Agni parecía disfrutar de la comida. Su cuerpo expresaba lo que su mente pensaba.
Agni era parecido a los yokais zorros que conocía, a la vista se podían apreciar sus orejas y colas, ellos cuando se sentían felices o disfrutaban de algo movían graciosamente sus vistosas colas.

-Son deliciosas, ¿verdad?- se animó a expresarse, al fin podía disfrutar con alguien más la comida.

No obstante algo cambio de un momento a otro, el chico se disculpó, no entendía el por qué.

Su cuerpo se veía tenso, ¿estaba esperando algo?, ¿se le estaba olvidando algo a Kouki?... ¡cierto! ¡el té!, necesitaba de té para pasar mejor los alimentos.
Le sirvió un poco de té.

-Disculpa mi descuido- dijo apenado.

Después de pasar tanto tiempo siendo servido por otros se olvidaba de esos pequeños detalles.

-Y no tienes que agregar "sama" a mi nombre, yo soy igual que tu-

No quería que hubiera una barrera entre ellos, no había orgullo o satisfacción en ser tratado con deferencia del resto. No renegaba de su anterior posición sin embargo siempre tuvo curiosidad de las relaciones humanas, parecía que siempre necesitaban de la compañía de otros para sentirse seguros, creaban lazos con personas que no conocían.

En este lugar se experimentaban todo tipo de relaciones humanas, aunque fuera esa clase de sitio.

-Quisiera saber de donde eres, tu olor es peculiar y nunca había visto ropa como la tuya-

Al ver que el otro servía el té y se disculpaba por haber olvidado hacerlo antes se sintió avergonzado por su comportamiento, en vez de cohibirse por la presencia de Kouki debía comportarse como lo habían enseñado y ser él quien sirviera el té. Se sacudió el nerviosismo, o al menos eso intentó y se decidió a ser más valiente, ya había dado el primer paso para hablar con alguien y había resultado ser una persona increíblemente amable, quería comportarse a la altura y no darle una mala impresión, deseaba tanto tener alguien con quien hablar y por fin lo estaba haciendo. No sabía si podría lograrlo hasta que Kouki preguntó por su ropa y su lugar de origen lo que le animó a hablar con emoción en sus ojos, extrañaba su tierra y hablar de ella le hacía sentir mejor.

-- Ah, es un lugar muy bonito, Kouki-sa-... uhm K-Kouki -- aunque el otro le habia dicho que estaba bien no agregar honorificos a su nombre le costaría trabajo acostumbrarse, se sentía raro al hablar así pero continuo igual, decidido a contestar lo mejor posible su pregunta -- Mi tierra se encuentra en el este, hacia el sur... en el norte de la ciudad se encuentra el mar en el medio de las tierras -- no conocía sobre geografía pero podía intentar describir su antiguo hogar -- hay barcos de todos los tamaños yendo y viniendo todos los días y también una isla cercana donde está el gran faro que guía a los navegantes nocturnos, ¡es tan bonito ! -- conforme hablaba de nuevo sus extremidades traicionaban su control y de vez en cuando sus orejas puntiagudas se movían de manera graciosa como la punta de su cola al mismo tiempo que con sus manos intentaba expresar los que con palabras le era difícil -- el clima siempre es cálido y el sol pareciera ocultarse más tarde que aquí, pueden pasar meses enteros sin que caiga una gota de lluvia, aun en los climas menos calurosos, no llueve tanto,  pero la brisa del mar es refrescante... por eso la servidumbre usamos ropa que es fácil y barata de hacer y lavar, ropa que no estorba para hacer los trabajos físicos, ropa para el día a día que deja respirar la piel..... los Señores usan ropa elegantísima hecha de algodón y bordada con dibujos hermosos y de colores brillantes -- a diferencia los esclavos y servidumbre en general, los Señores no mostraban más piel de la necesaria y sus cuerpos estaban menos bronceados que el suyo pero él no podía imaginarse con ropa diferente a la suya y es por eso que seguía combinando las prendas que llevaba consigo, que aunque eran de una mejor calidad que la de los esclavos en general seguían siendo ropas sencillas y escotadas.

Al servirle el té a Agni éste se relajó, trataría de no olvidar servir el té para la próxima, se sintió aliviado de que Agni le llamara por su nombre sin agregar "sama", aunque parecía tener un poco de problemas para hacerlo. Su expresión cambio al describirle como era el lugar de donde venía, incluso sus orejas y cola iban en sintonía con lo que decía. Guardó silencio para escuchar atento, le gustaba escuchar historias y relatos.

Para Kouki las palabras eran conocimientos.

Conforme Agni relataba como era su lugar de origen trataba de imaginarselo lo mejor que podía y experimento distintas emociones: cuando hablo sobre el mar un escalofrío recorrió su espalda, recordando su nada apreciado viaje por el mar; fue ahí donde descubrió el miedo y fue conciente del pasar del tiempo, preguntandose si la mortalidad podría tocarlo. Las aguas frias y oscuras guardaban un horror para Kouki que no sabía que existía. Temía cada vez que una ola movia brusco el barco, temía más durante las tormentas. Se encerro en su camarote y no salió hasta pisar tierra firme. Uso todo el poder que le quedaba para purgar su mente de las emociones negativas, para no manchar su espíritu.
No conocía los climas cálidos, la lluvia no faltaba en sus tierras que no podía imaginarse pasar meses sin ver una gota, decidió que no le gustaría pasar eso, las plantas morirían y los animales sufrirían. Agni hablaba con felicidad de aquello que pronto su malestar se fue y deseó verlo para descubrir la belleza que guardaban esas tierras.

Eso explicaba su olor, tenia impregnado el olor del mar y su ropa resultaba muy útil para esos propósitos, él nunca había usado tan poca ropa. Simpre iba ataviado de ropa que cubría casi todo su cuerpo. Entendió entonces porque Agni lucía nervioso: fue un sirviente, incluso Kouki conocía algunas costumbres humanas donde los sirvientes no podían hablar sin permiso de sus amos o se atrevían a mirarlos a los ojos, algo que le parecía poco admirable para algunos que se hacían llamar amos y señores. Agni parecía ser feliz en su anterior trabajo como sirviente se percibía al escucharlo hablar.

-Es un bello lugar. Mientras tus recuerdos permanezcan en tu corazón siempre lo llevarás contigo-

Dijo al ver que Agni no continuó su relato después de sus últimas palabras. Kouki compartía sus sentimientos de querer volver al lugar que amas.

-Si hablar de eso te causa dolor, no estas obligado acontinuar-

No se dio cuenta de que había pausado su historia hasta que el otro comenzó a hablar, Agni se había quedado pensando si algo de todo lo anterior que hubo dicho  pudo causar que por un breve momento el rostro de Kouki se ensombresiera. Le gustaba el rostro de kouki, no solo porque tuviera unos rasgos hermosos sino más bien por un brillo especial que le parecía irradiaba esta persona, tal vez solo era obra de su imaginación, no estaba seguro, pero sí sabía que no le había gustado ver esa expresión en Kouki. Había sido muy amable con él y él quería corresponderle de algun modo.

-- Ah.. n-no, no es eso... a decir verdad, hablar de mi tierra me reconforta un poco... -- no se sentía mal por hablar de su tierra, le gustaba hablar de ella porque entre más lo hiciera menos olvidaría cómo era, como Kouki había dicho, de este modo siempre estarían con él esos recuerdos, en su corazón. Para Agni eso era un consuelo, probablemente el único que había encontrado hasta entonces en ese lugar extraño, con gente extraña y costumbres extrañas. Creía que  hablándole de su lugar de origen a Kouki podía hacerle pasara un rato agradable, como él lo estaba haciendo al hablar a pesar de no ser muy bueno con las palabras pero decidió intentar de nuevo

-- K-Kouki -- de nuevo contuvo el impulso de agregar un honorífico -- Si Kouki no se ha aburrido con mis palabras... p-podría continuar si hay algo en especial que le gustaría saber sobre el lugar donde vengo -- si le preguntaba esta vez estaba seguro de no decir algo que le incomodara y así tal vez podría animarse a preguntar sobre el lugar del que venía Kouki. Sus ropas eran diferentes a las los demás habitantes de la mansión y definitivamente diferentes a las suyas, eran elegantes, telas tan finas como las que usaban algunos de los Señores importantes que había visto en los banquetes a los que había asistido, su presencia imponía tanto como tranquilizaba, quería saber... pero no estaba seguro de si podía preguntar... cuánto podría preguntar o cómo debía hacerlo y sobre todo no sabía si Kouki querría hablar de eso con alguien como él.

No llevaba mucho tiempo desde que llegue a la Ciudad de Vermelho, en la anterior ciudad que antes vivía era mucho más pequeña por lo que decidí salir y buscar le biblioteca apenas termine de desempacar, como siempre he adorado los libro por lo que me llevó uno de mi colección ya que al no estar familiarizado con el lugar lo más seguro es que no la encuentre.

Ya llevaba barias horas caminando por las calles y estaba completa mente seguro que me había perdido, ya estaba resignado por lo que buscaría un lugar tranquilo para leer el libro que llevaba en mano, cuando vi un edificio muy grande por lo que intuí que podría ser lo que estaba buscando.

Ya me encontraba adentro del lugar y este tenía varios salones además de que estaban muy animado, había muchas personas que vestían de diferentes maneras cosa que llamo mi atención además de los bocadillos exóticos que se encontraban dispersos en las diferentes mesitas haciendo que me acercara a una de ellas y viera que provenían de países tropicales, asiáticos, entre otros.

– ¿Qué curioso? No pensé que vería Rambután – tomando aquella pequeña fritilla rojiza de aspecto peculiar ya que parecía un erizo llenas de pelo del mismo color del fruto – ¿Serán exportadas desde Malasia? – comencé a caminar mientras le examinaba, que estaba tan centrado en esto que casi choco con alguien provocando que perdiera el equilibrio y callera soltando el libro que traía junto con el Rambután cayendo ambos a los pies de dos personas muy curiosas que se encontraban ablando uno chico joven de piel canela, cabello largo por debajo de los hombros y oscuro que tenía orejas y cola, mientras que su acompañante quien se veía un poco más grande tenía la piel clara, de cabello más largo que aquel joven pero también oscuro.

Ambos miraron aquellos dos objetos que se encontraban a sus pies sorprendidos para después recogerlos, me levante del suelo y después me sacudí tranquila mente dirigiendo mi mirada heterocromática a ellos quienes también me miraba, me acerque tranquila mente y después les sonreí – Disculpen, pero eso es mío.

Se sintió aliviado por saber que Agni no estaba incomodo por haberle hecho recordar su lugar de origen.

-Ya me has complacido, permiteme retribuirte. ¿Qué te parece si yo te hablo ahora del lugar de donde vengo?-

Consideraba justo el intercambio: una historia por otra. Agni podría relajarse un momento; ya le hablaba con mayor soltura cada vez que pronunciaba su nombre.

-Yo provengo de un lugar lejano al otro lado del mar para llegar a éste lugar. A diferencia de tu hogar el mio se encuentra en el norte, ahí la tierra florece todo el año y un enorme bosque cubre gran parte de la tierra, cada mañana todo se cubre con el rocio de la noche que al salir el sol todo parece brillar, me gustaba caminar cada mañana antes del alba para verlo. Además un río nace en las montañas que cubren el valle y corre por enmedio de todo el territorio- podía recordar el olor de la hierva y escuchar el sonido del agua como si estubiese ahí. Se animó a continuar, puso las manos a la altura de la mesa y unas pequeñas esferas de luz comenzaron a tomar forma de animales y yokais (una de las pocas cosas que podía hacer despues de que sellaran su cuerno).
- Es un sitio lleno de vida, los animales, las plantas, incluso los humanos viven juntos en armonía- las esferas formaron la figura de unos niños corriendo -Los niños humanos acostumbran a buscar bayas dentro del bosque, en ocasiones trenzaban mi cabello- las luces se desvanecieron al continuar.

-Hay una ciudad donde viven los humanos- no sabía si calficarla como bonita, le gustaban mucho las formas de las casas y tan diferentes de aquí, no sabiendo que palabras usar para describirla formó con las luces un castillo que se alzaba sobre pequeñas viviendas que seguian el patrón estético del castillo, asemejándose a las ciudades antiguas japonesas.

-Yo los visitaba cuando ofrecían un festival para celebrar las cosechas y bendecía las bodas, para poder hacerlo tomó ésta forma más simple- miró directamente a los ojos a Agni, para que viera atravez de ellos, no pretendía asustarlo quería que pudiera verlo, todavía era receloso por decirlo en voz alta para no crear un lío no obstante se sentiría como un mentiroso si no le revelaba algo de su verdadera naturaleza.

- La ropa que usó es la apropiada para honrar mi cuerpo humano...- dijo algo avergonzado a pesar de llevar capas de tela no se sentía incomodo y podía moverse con naturalidad, no estaba seguro de atreverse a mostrar su cuerpo sin pena igual que Agni.

Esperaba haber sido un buen narrador. Sintiéndose confiado por haber mostrado una parte de él se atrevió a hacer una petición que se guardó desde que Agni empezó a hablar con él.

-Quisiera hacerte una petición atrevida de mi parte...¿podrías dejarme trenzar tu cabello?- sus mejillas se tiñeron levemente de carmesí, Agni tenia un cabello tan bonito y brillante, que quería tener la oportunidad de tocarlo, sus orejas se movían graciosamente que deseaba acaraciarlas igual que cuando los zorritos se dormían en sus piernas.

Su tranquila charla se vio interrumpida por la llegada de dos objetos que llegaron de forma estrepitosa cerca de donde estaban sentados: un libro y una frutilla roja. Levantó la fruta.

Alzo la vista al escuchar la voz de un hombre, que reclamaba los objetos. No lo había visto antes o recordaría sus peculiares ojos.

-Aquí tiene- le devolvió la frutilla, recordó la razón por la que se encontraba ahí.

-Si gusta puede compartir nuestra mesa- ofreció un lugar en medio de ambos.

– No quisiera ser una molestia – respondí encogiéndome de hombros, mientras tomaba la frutilla que me entregaba ese joven que usa una mezcla de ropa tradicional china-japonesa no sabría decir exactamente de que región eran – de hecho no era mi intención interrumpir su charla – ahora dirigí mi mirada al más joven del grupo quien tenía mi libro y lo observaba con curiosidad mientras yo le quitaba la cascara al Rambután para saborear la pulpa blanca y agridulce, sin duda un sabor único.

Agni no pudo ocultar lo feliz que estuvo cuando Kouki dijo que le hablaría de su lugar de origen, tenía curiosidad de saber qué tipo de lugar sería, por las ropas que usaba tan diferentes a las suyas y a las de los demás residentes de la Fuente, tenía que ser un lugar lejano. Se puso atento cuando Kouki comenzó su historia para no perder ningún detalle. Pensó que le gustaría visitar un lugar así, como el que describía Kouki, su imaginación podía no hacerle justicia al bosque de la historia, ya que él nunca había visto uno en persona pero había visto algunas fotografías en los libros y le encantaba la idea de que todos los días del año fueran verdes y llenos de vida, como los describía Kouki. Se preguntaba también qué tipo de lugar sería en el que estaban ahora, llevaba poco tiempo ahí para saberlo con certeza, aunque había un hermoso jardín en donde estaban se le antojó que el hogar de Kouki podía ser el doble o triple de bello.

Cuando Kouki creó de la nada esos pequeños animales hechos de luz Agni no cupo en su asombro, sonrió como no lo había hecho en lo que sintió había sido mucho tiempo y se acercó más a la mesa para ver cómo se movían aquellas criaturitas y cómo las luces cambiaban de forma y mostraban diferentes cosas que ilustraban la narración de Kouki. En su hogar, también había muchas criaturas, había plantas y animales, había jardines  y rosales, nunca le pareció que faltaran criaturas que  llenaran de vida su hogar durante todo el año, pero la idea de ver un horizonte verde en lugar de uno color ocre era algo que le gustaría ver.

Al desaparecer las figuras de luz Agni devolvió la mirada hacia Kouki, parecía que era en verdad alguien importante en su lugar de origen, la pregunta que apenas estaba formulandose en su cabeza, sobre quién era, fue respondida cuando vio en los ojos de Kouki la respuesta, no era una persona como cualquera de las otras que estaban en el edificio, a decir verdad, no era una persona en absoluto, era algo más hermoso, entonces tal vez no había imaginado ese brillo especial en Kouki, sonrió dulcemente a su narrador, admirado por lo que había visto y oído. Aunque por dentro sentió que Kouki no debía estar ahí, no era como los demás, no debía compartir el mismo destino que todos ahí. Sin embargo, Agni no dijo nada en ese momento, fue prudente para no tocar ese tema que estaba seguro Kouki no estaba preparado para contar o lo habría hecho él mismo.

Con el mismo rostro sonriente, Agni unió las palmas de sus manos en una especie de aplauso mudo -- ¡Ha sido maravilloso! -- exclamó con ojos soñadores, esa noche podría dormir pensando en todas aquellas cosas que no había visto. Sus mejillas se sonrojaron visiblemente cuando escuchó la pregunta de Kouki, nunca nadie había querido tocar su cabello, generalemnte el sentimiento que provocaba en las personas era el contrario, por eso se sorprendió un poco al oir algo así y no pudo evitar avergonzarse aunque no tenía ninguna objeción

-- C-claro -- accedió a su petición, apenas pronunciadas estas palabras un objeto cayó a sus pies estrepitosamente, lo recogió en seguida al igual que Kouki había recogido otro objeto llegado de la misma manera hasta sus pies. Al buscar al dueño vio a un muchacho joven y bien parecido, un rostro que no conocía pero que por la manera en que había entrado no parecía uno de los residentes de la mansión, aunque no tenía el porte de los usuales visitantes no estaba seguro de que no lo fuera ya que no usaba el uniforme de los empleados. Se tensó un poco con este pensamiento pero le tendió amablemente el libro que tenía en sus manos con una sonrisa tímida y dejó que Kouki hablara, se hizo a un lado dejando espacio suficiente para que, si lo deseaba, se sentara con ellos como Kouki había dicho.

No había apartado mi mirada del más joven cuando hizo un espacio entre ellos dos y me regresaba mi libro junto con una sonrisa tímida, sus movimientos eran tensos recordándome a algunos de mis alumnos que se encontraban nerviosos la primera vez que me presente ante ellos, así que como acto reflejo tome mi libro con mi mano izquierda y con mi derecha la coloque sobre su cabeza mientras me agachaba para estar a su altura – gracias – le respondí mientras le sonreía, esto siempre lograba relajar el ambiente entre ellos y yo.

Me volví a incorporar y observe de nueva cuenta el salón, ese lugar sin duda era muy interesante ya que tenían diversas personas las cuales tenían ropas de diversos lugares, platillos que no eran de la región e inclusive jardines que parecían sacados de un cuento de hadas – disculpen mi ignorancia pero ¿qué lugar es este? – por primera vez me atreví a preguntar ya que yo estaba buscando la librería y ahora me encontraba parado en un salón junto a dos personas únicas me atrevería a decir. Voltee a ver de nueva cuenta a mis dos anfitriones ya que no había obtenido respuesta a mi reciente pregunta, notando como el mayor de los dos se disputaba en responder o no.

– Se me olvidaba presentarme – intente cambiar rápidamente el tema, ya que al ambiente se entre los tres se puso algo incómodo – mi nombre es Kanon… Kanon D. Black

Interiormente se sintió feliz de que Agni accediera a su petición, por ahora guardaría compostura ya que tenían un invitado.

Tranquilo escuchó al hombre frente a ellos, como residentes del lugar se esperaba de ellos atender las solicitudes de las personas que los elegían, hasta ahora solo se habían conformado con mirarlo. Ésta era la primera vez que un cliente le dirigía la palabra. Por suerte no se sentía nervioso gracias a la presencia de Agni.

-Esta es "La fuente del unicornio", como podrá ver es un lugar para regocijar los corazones y los deseos...- de las pocas cosas que le indicaron que respondiera cuando algún cliente preguntará (la mayoría prefería mantener una ilusión de misterio y fantasia), aparentemente su visitante no estaba familiarizado con el lugar, tampoco parecía ser alguien que tuviera esa clase de pasiones, por la que la mayoría frecuentaba el lugar. Ya que fue muy amable con Agni.

-Bienvenido sea Kanon D. Black. Mi nombre es Kouki-hizo una reverencia al decirlo cuando se presentó el otro.

Espero a las siguientes acciones de Kanon para saber que hacer.

Durante el tiempo que había estado en aquel lugar no había recibido a nadie, aunque le habían mencionado lo mismo que a todos los que llegaban ahí en el primer día. Eso le daba miedo, no era extraño para él puesto que en su país se hacía lo mismo, había sirvientes y esclavos para satisfacer y proveer cada aspecto de la vida de sus amos, por supuesto él no había sido parte del servicio que se proponía saciar los bajos instintos de los hombres y al oir por primera vez esas palabras sueltas sin delicadeza le habían aterrado lo suficiente para permanecer en su habitación hasta que la soledad fue insoportable. Probablemente no habían ejercido presión en él debido a lo ocupados que estaban preparando el espectáculo en el que por fin lo presentarían como una de las nuevas atracciones de la Fuente, su visión era algo con lo que podrían sacar más provecho que con su cuerpo, pero no por eso se sentía más tranquilo.

-- Bienvenido -- repitió el más joven algo inseguro al principio, pero recobrandose enseguida, estar con Kouki le daba valor, aunque apenas lo conocía gracias a él no deseaba salir corriendo a toda velocidad. Por otro lado, la persona que tenían enfrente parecía ser alguien amable y lucía algo perdido, tal vez no era un cliente como los otros, le había hablado con amabilidad como a un ser humano cualquiera -- Mi nombre es Agni -- esperó a que aquel decidiera si sentarse a compartir la mesa con él y Kouki.

Al parecer mi intento de cambiar el tema no surtió mucho efecto, pero cunado escuche “lugar para regocijar los corazones y los deseos” me di una idea del lugar en el que me había metido, de todos los lugares posibles entre a este, mis pensamientos se vieron oscurecidos al recordad a el intento de familia que tenía además de sus “gustos” pero mi atención cambio al recibí la bienvenida de ambos – gracias, es un placer conocerlos Kouki y Agni – les sonreí con tranquilida para ocultar la poca perturbación que se había manifestado en mi corazón – ¿puedo? – señale el espacio que habían hecho para mi – recibiendo un asentimiento por parte de ambos, a lo cual tome asiento tranquila mente – gracias por dejarme estar con ustedes.

Esta vez procuró poner en práctica aquello en lo que falló cuando Agni se acercó a hacerle compañía. Espero a que su nuevo invitado tomara asiento, mando a pedir un plato y una taza de té extras a una de las personas que se dedicaban a proveer las mesas de lo necesario (como anfitrión de la mesa le correspondía atender esos detalles). Hacían con eficiencia y rapidez su trabajo, en menos de un minuto ta sobre la mesa se encontraban los aditamentos requeridos (un bonito plato de ceramica y una taza de té elegante).

-Disfrute por favor- Acerco el plato hacia Kanon paraque pudiera servirse aquello que apeteciese y sirvió cuidadoso el té, sintiéndose satisfecho de sí mismo por haber hecho las cosas bien en esta ocasión.

Respetuosamente espero a que el hombre le dirigiera la palabra, ya que Agni se encontraba con ellos.

-- Si lo desea el Sr. Black, puedo pedir que traigan la comida en el momento que el señor lo desee -- dijo Agni para hacerlo sentirse bienvenido cuando Kanon se hubo sentado en el lugar que habían dejado libre para él, conservando siempre una distancia prudente, la misma que al principio se preocupó por mantener con Kouki (aunque al final terminara por acercarse al ser atraído con semejante historia y juegos de luz), eso era lo que le había sido enseñado, lo único que sabía hacer: servir. Cayó en la cuenta de que todos ahí estaban para eso...

-- ¿Hay algo que el Sr. Black necesite para hacer su visita más agradable? -- preguntó con cortesía pero su atención se desviaba inevitablemente de vez en cuando hacia el libro que le había entregado hacía un momento al cliente, tenía curiosidad de saber de qué podría tratar pero no se animó a preguntar en ese momento....

Inmediatamente en que me acomode no se perdió el tiempo y se pidió un plato y una taza las cuales no tardaron en ser colocados en la mesa, invitándome a servirme de la espléndida comida que se ofrecía, al instante Kouki me sirvió el té, eso capto mi interés ya que el modo en que hacía dicha tarea fue completamente absorbente, la manera en que lo hacía era como si estuviera viendo algo artístico, al terminar mostró en su cara satisfacción cautivando completamente a cualquiera que lo mirase.

Después mi atención pasó a Agni quien se ofrecía a pedir la comida cuando yo lo deseara, y me pregunto si necesitaba algo más para que mi estadía fuera más placentera, manteniendo su distancia respetuosamente, note que su mirada se había desviado a mi libro en barias ocasiones, mostrando que él era curios por lo que también muy cuidadoso ante sus acciones, siendo de cierta forma llamativo por su suave y dulce mirada haciéndolo fascinante ante todo.

Ambos mostraron que eran buenos en atender a las personas – los dos son muy atentos y lindos con migo – fue la primera vez que hable desde que me senté y ambos se sonrojaron – de hecho me gustaría estar en un lugar más tranquilo para hablar – para ser sincero nunca me han gustado los lugares escandalosos y en ese momento el lugar estaba lleno de bullicio.

Kouki se sintió halagado por las palabras de Kanon.

Le concedió la razón al expresar su petición sobre buscar un lugar más tranquilo para hablar, aunque se sentía un poco receloso ya que hasta ahora no se había presentado una situación parecida.

Sabía que debía guardar compostura.

-Podríamos ir a los jardines- se atrevió a sugerir. Estaba algo nervioso todavía para querer pasar a alguna de las habitaciones además no quería que Agni estuviera expuesto a una situación comprometedora, si de él dependiera preferiría guardarlo de las malas experiencias.

-Es un lugar tranquilo y las rosas han florecido muy bellas...si eso es de su agrado- dijo tranquilo sin parecer pretencioso. Abogó por la aparente amabilidad de Kanon.

Agni hizo una reverencia a manera de agradecimiento por las palabras de Kanon -- gracias, son amables sus palabras, para servirle -- habló con voz tenue y cortesmente.

EL jardín de rosas le pareció una buena idea, no estaba preparado para algo más al salir de su habitación ese día y la presencia de Kouki le transquilizaba, estaba aliviado por haber estado con él y no solo esta vez. Si su invitado aceptaba ir al jardín, pensó, sería un buen momento para echarle un buen vistazo a aquel basto paisaje colorido, no había tenido la posibilidad de visitarlo antes y solo podía observarlo desde su pequeño balcón, pero podía decir que había distintas variedades de rosas, de múltiples colores, no solo rojas, aunque su mayoría lo eran.

-- Hay mesas dispuestas en el jardín, p-podemos continuar tomando el té ahí si lo desea el Sr. Kanon... -- Segundó la propuesta de Kouki

Al escuchar la propuesta de mis compañeros me agrado completamente la idea, ya que sería un lugar de lo más tranquilo – es una buena idea, entonces está decidido – mencione y me levante seguido de Kouki y Agni quienes mi guiaron.

Se levantó del lugar donde estaba para informarle a uno de los hombres que vigilaban atentos los movimientos de las personas dentro del Salón Principal, que se dirigian a los jardines para hacer más comoda la estancia del Sr. Kanon.
Pidió al Sr. Kanon y a Agni que lo siguieran, conocía con claridad el camino, se encaminaba cada día por esos pasillos para visitar al hermoso jardín cuando se abrumaba del Salon Principal, despejaba su mente el hacerlo.